rotonda

Salir de la rotonda.

Dejar de girar.

Dejar de seguir esa única dirección que sólo seguías por inercia.

Dejar de estar preso en ese círculo que te mantenía en movimiento.

Un movimiento absurdo y siniestro que te hacía creer que avanzabas.

¿Avanzar?

Seguir recorriendo los mismos lugares.

Lugares encerrados por una rotonda.



Apareció un camino y el instinto de un latido te hizo salir de la aburrida y oxidada calesita.

Abandonar el mareo que ya no sentías.

Dejar de dar vueltas y avanzar.



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