Javier XXXIII

Se despertó esa mañana de invierno en la que el chiflete del aire frío y denso de un amanecer todavía sin sol se colaba por algún hueco imperceptible de la ventana.
Las plantas que colgaban del alero hacían las veces de cortina del cielo aún oscuro.
Se detuvo, sin darse cuenta, en medio de la rutina del té y las tostadas. No sabía si iba a batir un café o a calentar la pava para tomar unos mates.

Javier XXXII

A veces
(mientras tus brazos me rodean fuerte en eso que algunos llaman abrazo)
te extraño.

Javier XXXI

Cuanto mejor es la madera, más difícil es sacar la astilla del corazón.
Ese fue el único problema de haber compartido una cerveza con gusto a viajes aquella noche pintada por Javier en la vieja plaza del barrio de San Telmo.