Adrogué en triciclo.-

Un delantal a cuadritos rojos. Es así como la recuerdo.
El sol chocaba con el piso de cemento del patio de jardín y una nube oscurecía la laja del piso de secundaria.
Un puerta de rejas que a veces alguien olvidaba trabar indicaba si eras grande o chico.
Según esa puerta, ella era chica y yo grande.
Esa mañana un candado decoraba la puerta de rejas. Me apoyé sobre una de las paredes a esperarla, tenía apenas 10 minutos para verla sin contar dos que ya había perdido comprando manon en el kiosco.
Sus rulos, separados a dos lados de la cabeza por unos coloridos pompones, acompañaban todos sus movimientos. Bailaban de un lado al otro cuando corría y volaban cuando se deslizaba por el tobogán. Eso recuerdo. Dos diminutas piernitas que se intentaban escapar por abajo de un delantal a cuadritos rojos.
Me hubiera gustado que ese día la puerta estuviera abierta. Tenía ganas de jugar en el arenero, de hamacarme hasta tocar el cielo con la punta de los pies.
Me acomodé el cinturón del jumper, aflojé un poco la corbata, comí la última manon y volvió a sonar la campana.
La vi correr hasta el tobogán para tirarse una última vez, última, y entonces hasta mañana el tobogán sería de ella.
Un delantal a cuadritos rojos. Es así como la recuerdo.

[bondiola X] Un juez, un gay y un policía.

Entonces el gay y el policía discutieron. Por primera vez estuve del lado de la ley. Cuando pasó el exabrupto y se calmaron las aguas llegó el juez: hombre grande, de esos que cada pliegue de su cara te indica cosas vividas y la suma total la encontras cuando llegas a la zona de la panza. Llevaba una alianza en su dedo que denotaba el amor a una mujer pero la forma en que llevaba puesta la bufanda revelaba que nunca había podido serle fiel.

El silencio era abrumador. A nadie se le movía un solo pelo. Cosas que suelen pasar con hombres de semejante envergadura adelante.

El policía se bajó y el gay decidió seguir con los desplantes en el que era un viaje normal, tranquilo y sin prisa, siempre mirando puertas para adentro.