[whatapiti III]

"En voz alta para adentro"

[bondiola III ~ “triple x”, parte II]

Es paradójico pero solemos aceptar esas películas aunque nos las imponga el camino mismo, dijo mi mente en voz alta para adentro, mientras la otra parte de mi asimilaba que el bondidebate iba a ser imposible: a la gente le da vergüenza hasta saludar al colectivero, jamás darían su opinión y menos de una porno en vivo aunque por otro lado cuando hablan por teléfono se olvidan que están compartiendo su conversación con todos los que andamos con ellos.
Volví a mirar. Ninguno lo entendería.
Me incorporé y desaparecí.

[bondiola II ~ “triple x”]

“Y por $1,25 te llevas una porno”, faltaba que me dijera el boletero cuando se acercaba a la fila mientras la noche nos abrazaba a todos por igual.
Ubicación de privilegio, como ayer: primera fila, asiento unitario como para sentir un poco más la suave brisa de la soledad y que empiece el show.
Admito que lo de hoy fue más un musical que una porno propiamente dicha, quizá sea hora de mezclar un poco más ambos géneros. Giré un poco la cabeza para ver en qué andaban los demás. Por supuesto si uno paga la entrada en este país la aprovecha y ya que la escena era atrapadora volví a mirar hacia delante y seguí con el resto.
Un semáforo, una típica frenada y un beso de despedida armaban un estupendo final condecorado con las gotas bañando poco a poco los vidrios empañados de la unidad de la línea 146.
Recordé una frase que decía muy seguido mi abuelo: “cuando un amigo se va queda un espacio vacío”, era raro pero me estaba pasando lo mismo con el actor.
Quedaba demasiado viaje.
¿Y si hacíamos un bondidebate?

el bunquer.-

Había trabajado como casa, seudohotel, oficina, box, taller, casa de edición, restaurante, restobar, lugar de encuentro, pensadero, generador, campo de batalla, templo, confesionario, carrusel y escenario. Y un día fue fábrica.

[bondiola I]

El indio, un viejo cacique exportado a la ciudad duerme en el último asiento con la melodía de la voz de la futura modelo frustrada que acaricia su pelo como si tuviera un perro al cual mimar sobre la cabeza. Al lado la engañadora.
Afuera todo parece estar bien pero una luz empieza a relampaguear. El cacique despierta sobresaltado: algo amenaza a la tribu 146. Observa la lámpara y mirando el cielo sin entender se pregunta para sus adentros si su lucha, si sus años en el asfalto, servirán de algo.
Su cabeza vuelve a colgar con la charla de esas chicas que desayunan yogurt con jugo de naranja y el té de los días de lluvia lo acompañan con dos o tres masas finas.
Un O.C.N.I. (Objeto Contundente No Identificado) aparece en escena por uno de los vidrios. De fondo un círculo perforado y miles de partículas que brillan con las luces de la ciudad.
El cacique entiende que la llegada de los europeos está más cerca que antes. Cierra sus ojos y se despide con la noche, esa de clima ideal.