Argentina querida.-

La señora sostiene un periódico que anuncia “La casa está en orden, felices fiestas”.
Mientras una joven arriba de un camión que corta la calle Corrientes termina su discurso de protesta y comienza a cantar por el alta voz el himno al Gral. Perón acompañada por una multitud que la sigue al compas de los bombos y el vaivén de las pancartas.
El mozo de un bar aledaño, termina de limpiar una de las mesas de la vereda, observa y aspira una línea.
Unos metros más adelante, al costado del kiosco de diarios una pareja se besa ajenos a todo lo que los rodea, incluso el calor.

Huele a soledad.-

Solía darse un baño por la noche y antes de llegar al cuarto pasaba por el vestidor donde humectaba su piel y elegía el camisón con el que compartiría sus sueños.
Casi llegando a la cama se perfumaba con alguna de esas fragancias que parecían de colección y finalmente se acostaba del lado derecho de ese lecho de dos plazas, esperando que alguna noche el izquierdo deje de ocuparlo su soledad.

Apuestas.-

Era un tipo elegante, uno de esos que hacen todo igual que el resto de los mortales pero jamás vas a encontrarles una arruga en la camisa o una marca en ese par de mocasines que todavía conservan ese brillo de vidriera.

Fue una noche que el juego de las nubes y la luna marcaban el paso del tiempo cuando lo vi pasar por última vez con su piloto gris y su sombrero del lazo negro.

Hoy después de 25 años, cuentan que, una noche de luna llena, apostó su bigote y perdió.

(lo decía su collar)

El y ella nunca estuvieron juntos (pero ella le sigue siendo fiel).

Un señor mayor.-

No importa a la hora que se acueste el siempre se despierta a la misma hora y ve nacer el sol mientras perfuma la cocina con sabor a tostadas doradas.

Desapareciendo sonrisas.-

Él se abrochó el cinturón y bajó del colectivo. La nena nunca más viajó.

En la calle Corrientes.-

El chocolatero le sonrío a la nena del peinado raro. Otra vez.

EL.-

Lo vivía como un día normal pero en el fondo sabía que algún día lo recordaría como "el" día.

el mudo.-

Fue después de darse cuenta que la calentura competía con la pasión, cuando decidió que esa noche sería la última que volvería a hablarle.
Y fue después de varias otras noches cuando ella percibió el último silencio.
Es hoy, después de todo, el día en que ella ya no siente y el sigue sin hablar.

Señoras grandes.-

Y la señora mayor le pregunta, entre una frenada y otra, ¿podes? a otra unos cuantos años menor.

Los 7 pecados envasados.-

La mesa estaba servida, el mozo, el de siempre, había preparado cada botella frente a cada silla y un copón lleno de hielos unía todo desde el centro.

Llegamos a las 23 y algunos minutos, como todos los miércoles desde hacía ya unos cuantos años. Nos sacamos los abrigos, nos sentamos y cada una se sirvió su bebida. La ronda de vasos era despareja: algunas copas, vasos largos y finos, cortos y gordos, algún que otro sorbete y un vaso con aza.

Una vez que todos los vasos estuvieron servidos, y también como cada miércoles, Whisky empezó a hablar y no lo van a poder creer: sus problemas en el trabajo, sumados a los de la pareja (ella no se casó, no quería “ser de nadie”) eran más importantes que los de las otras 6, así que si mis cálculos no me fallan habremos estado escuchándola cerca de 3 o 4 rondas.

El mozo nos trajo más hielo y como si todo estuviera ensayado la insípida de Agua siguió con lo suyo: en ese momento sentí un deja vu todo lo que habíamos contado la semana pasada aparecía en sus palabras, ella ahora lo quería y a continuación nos refresco con su falsa transparencia (odio que se haga la pobrecita: “es que todas ustedes tienen graduación alcohólica” “ah, seguro que por eso son tan felices”).

Decidí cortarle su discurso, me tenía harta. Ella, Whisky y seguro la próxima que hablara también. Creo que hasta estaba harta de ser yo misma, mi porrón ya no estaba frío y si encima me agrego hielo… Ya bastante tengo con creer que una Cerveza barata como yo algún día va a pertenecer realmente a esta elite (pero me conformo pensando que no es solo mi culpa).

Y entonces escuchamos unos sollozos de los que no nos habíamos percatado antes: Vino miraba por la ventana la nublada noche y tras un largo suspiro añoró: “podríamos estar viendo una hermosa luna llena” entonces Fernet dijo por lo bajo y con el suficiente volumen para que todas lo escuchemos: “podría haber sido ensalada de frutas, pero soy vino, pensar que yo era feliz en el viñedo”.

Ya íbamos por la sexta ronda, así que algunas risas se escaparon. Es que a alguien así como Fernet nunca va a ser comprendido por todos: nació para unos pocos y sólo a sus bocas se entrega.

Para cortar el momento amargo Speed llamó una vez más al mozo, le pidió un par de licores: quería de melón, de arándanos, de frutilla, de chocolate y de mandarina y ya que estábamos probar como quedaba con el de café.

Para entonces la noche estaba terminando, Champaña admiraba su botella vacía que perfectamente podría ser una pieza de colección pero su brazo no la alcanzó cuando intentó agarrarla para mirarla de más cerca.

Entonces terminamos nuestros vasos de la séptima ronda, agarramos nuestros abrigos y nos fuimos.

Oscuridad.-

De repente sentí que era un nene chiquito.
Me mandaron a dormir y después de desearme buenas noches apagaron la luz.
Cerraron la puerta sin dejar pasar ni un rayo de luz.
La persiana ya no bajaba más.
Y mi luz del Pato Donald para el enchufe dejó de funcionar.

Ese día en el medio de la oscuridad conocí lo que es el miedo.

La vida es demasiado corta, pensó la mariposa.-

¿Y tu eres feliz? Preguntó la mariposa a una abeja que se encontraba en su misma flor.
Claro, le contestó esta. Me gusta mi trabajo, voy de flor en flor.

Una flor y un café.-

Cada mañana creía que aquella que estuviera con él era sin duda la mujer más afortunada de todas.
Cada mañana a la misma hora lo veía desde la ventana del colectivo con un vaso de café y un hermoso ramo de flores.
Entonces cada mañana cuando ella se despertaba disfrutaba del hermoso aroma del café y se fascinaba con el color de cada flor que cada mañana era diferente y más espectacular que la del día anterior.
No importaba si llovía, había sol, hacía frío: el estaba ahí con el gigantesco ramo esperando para cruzar la calle y deslumbrar una mañana más a su damisela.
Sería una rutina que no me aburriría nunca, pensaba desde la ventana del colectivo que poco a poco se iba empañando por la incrementación excesiva de pasajeros.
Y una mañana ya no se vio tan singular ni tan caballero como aquel hombre que conquistaba a su mujer todos los días. Una mañana le dieron el uniforme de la florería.

Te comieron la lengua los ratones.-

Existían dos opciones.

La primera que yo haya cambiado mi dirección de email, mi número de celular, mi cuenta de Facebook, mi usurario de Twitter, el teléfono de casa y hasta su dirección.

La segunda que vos hayas perdido mi dirección de email, borrado mi número de celular, ya no seas mi amigo de Facebook, y hayas dejado de seguirme en Twitter, no recuerdes el teléfono de casa y menos su dirección.

La primera no pasó.

[watapiti V]

"Excitante calma"

La nena y el señor.-

Se conocieron hace algunos años, los necesarios para que en ese entonces la sociedad los llamara chiquitos y fue ahí cuando bajo la sombra del viejo nogal juraron, con la inocencia de un niño, estar siempre el uno para el otro.

Los años pasaron y la vida dejó de hacer la tarea de juntarlos. Vieron pasar otoños, y la sociedad empezó a llamarlos grandes.

Ella no recuerda el día y a él no se lo preguntó pero la vida se empeñó en no dejar promesas archivadas: desde ese día fueron amigos, socios, compañeros, conocidos, amantes y enemigos.

Habían sido y eran. Y la vida estaba cumpliendo una vieja promesa, esas que vienen con gusto a inocencia de niño, esas que hablan de estar para y con el otro por el resto de los otoños.

Adrogué en triciclo.-

Un delantal a cuadritos rojos. Es así como la recuerdo.
El sol chocaba con el piso de cemento del patio de jardín y una nube oscurecía la laja del piso de secundaria.
Un puerta de rejas que a veces alguien olvidaba trabar indicaba si eras grande o chico.
Según esa puerta, ella era chica y yo grande.
Esa mañana un candado decoraba la puerta de rejas. Me apoyé sobre una de las paredes a esperarla, tenía apenas 10 minutos para verla sin contar dos que ya había perdido comprando manon en el kiosco.
Sus rulos, separados a dos lados de la cabeza por unos coloridos pompones, acompañaban todos sus movimientos. Bailaban de un lado al otro cuando corría y volaban cuando se deslizaba por el tobogán. Eso recuerdo. Dos diminutas piernitas que se intentaban escapar por abajo de un delantal a cuadritos rojos.
Me hubiera gustado que ese día la puerta estuviera abierta. Tenía ganas de jugar en el arenero, de hamacarme hasta tocar el cielo con la punta de los pies.
Me acomodé el cinturón del jumper, aflojé un poco la corbata, comí la última manon y volvió a sonar la campana.
La vi correr hasta el tobogán para tirarse una última vez, última, y entonces hasta mañana el tobogán sería de ella.
Un delantal a cuadritos rojos. Es así como la recuerdo.

[bondiola X] Un juez, un gay y un policía.

Entonces el gay y el policía discutieron. Por primera vez estuve del lado de la ley. Cuando pasó el exabrupto y se calmaron las aguas llegó el juez: hombre grande, de esos que cada pliegue de su cara te indica cosas vividas y la suma total la encontras cuando llegas a la zona de la panza. Llevaba una alianza en su dedo que denotaba el amor a una mujer pero la forma en que llevaba puesta la bufanda revelaba que nunca había podido serle fiel.

El silencio era abrumador. A nadie se le movía un solo pelo. Cosas que suelen pasar con hombres de semejante envergadura adelante.

El policía se bajó y el gay decidió seguir con los desplantes en el que era un viaje normal, tranquilo y sin prisa, siempre mirando puertas para adentro.

Yerba mala siempre suena.-

El sonido era constante y no todos eran conscientes de su existencia. Mis oídos ya se habían acostumbrado y no era algo que llegara a perturbar mi mente.

Nos encontramos en el medio del huracán, nos alarmó uno de los del lugar. Y la gente del lugar conoce cada síntoma como si se tratara de haber descubierto el lugar donde poner la hebilla que sujeta esos tres pelos que por culpa del remolino tiran para el otro lado y haber repetido la acción por casi 40 años. Mañana tras mañana y reacomodándola a media tarde mientras la pava espera silbar para acompañar a la señora que se levanta de la siesta. Si, la misma y exacta siesta, 365 días durante 40 años. Ni un día más, ni un día menos. Ni un minuto más, ni un minuto menos.

Entonces sonó más fuerte que nunca. Lo sentimos todos los que estábamos ahí.
El huracán sigue ahí. La gente del lugar aprendió que siempre va a ser así y nunca se va a ir. Aprendió que es más fácil informar a los escasos visitantes que intentar deshacerse de él.

[bondiola IX] Nadie escucha las conversaciones de los otros en el colectivo. Ah! y tampoco leen el diario del de al lado.


No podía mantenerse del todo bien. Quizá por los años o por el vaiven del colectivo. Sacó su teléfono y esperó unos segundos hasta que una nenita lo atendió. Haciéndose el simpático le pidió hablar con el que sería la victima de esa noche. Le hablaba cariñosamente, como si un nene de esa edad no pudiera entender el idioma.
Todos lo escucharon pero nadie se hizo cargo de aquellos deseos perversos. Una señora sentada frente a mi ululaba y gesticulaba cual paloma que no sabe expresarse.
La violación al menor era un hecho. Los fideos existieron. Estaban ricos.

#cargoelanafe I

Estaba acostada. Cerré los ojos. Una brisa entró por mi ventana mientras la melodía de un saxo acomodaba las nubes de aquella noche de verano perfecta en esa otra ciudad en ese otro lugar del mundo.

[bondiola VIII]

Ya eran casi las once de la noche cuando se abrió la puerta y el circo comenzó su función. Caminé un poco entre la gente para llegar a mi butaca. Estaba cerca de ellos, muy cerca. Los miré con un eterno dejo de impresionismo: eran de otro mundo.
Poco a poco se fueron encargando del show. El señor más alto del mundo, el merengue negro (así le decían por su perfecta y simpática cabellera), la chica semi humana, el bailarín sin fin tin bin fueron desfilando por el escenario dejándonos un poco de esa magia que sólo se encuentra ahí cuando arriba también apagaron las luces.

[bondiola VII]

Los nenes piensan que pueden mirarlo todo hasta que se cruzan con otro par de ojos puestos en un cuerpo un tanto mayor que ellos pero que no han perdido la mirada de niño. Es acción y reacción. Y así fue esta mañana. Yo estaba observando cómo él intentaba descubrir el mundo desde atrás de la ventanilla de su motor anaranjado. Al principio sentí que había sido uno de sus descubrimientos sin importancia pero cuando realmente me vio me di cuenta que no era así. Casi sin pensarlo sus ojos cambiaron la dirección, se que le hubiera gustado que también lo hiciera la ruta. En menos de un segundo deseo con todas sus fuerzas que el camino se bifurcara y yo fuera por un lado y el por el otro. Pero no. Así que instantáneamente alteró su dirección. Fueron otros dos segundos en los que se perdió muchas cosas del mundo pero supo mirar para adentro. A todos nos pasa. Cuando se sintió fuerte volvió a mirarme. Mis ojos seguían en el mismo lugar, en la misma dirección, con el mismo objetivo. Volvió a desviarse rápidamente. Ahora yo era un redescubrimiento para él. La mañana nos llevó a diferentes lugares sino seguiría mirando a ese niño sin nariz que no pudo ganarle a una mirada de niño puesta en un cuerpo un tanto mayor. Honestamente tengo algunas miradas para adentro más que él pero presiento que cuando crezca no va a perder esa, su mirada de niño.

[bondiola VI]

Caminaba por la plaza como todos los días para llegar al mismo lugar de siempre.
Levanté mi brazo y una oleada de aire caliente me hizo sentir que el invierno se aproximaba. Me sumergí en la ola recordando el placer de hacerlo en otro lugar y en otra época del año y ahí sucedió. No era la primera vez que pasaba y espero tampoco la última. El viaje fue como esos segundos previos al desmayo: sabes que algo va a pasar pero no podes hacer nada para impedirlo; igual la mayoría de las veces no me gusta impedirlo.
Estaba y no estaba en el lugar. Creo que la gente me veía, de hecho, le cedí el asiento a un hombrecito que cargaba a otro aún más pequeño que él. Después de un rato me lo devolvió y mis ojos se clavaron en la ventana. Estábamos quietos pero nos movíamos. Creo que yo sola me di cuenta.
Después de un rato algo decidió que tenía que abandonar el lugar y cuando me despedía de la ola ella se iba y yo me fui.

fotografía eterna.-

Él era de esos que se llama de una forma y su cara debería tener otro nombre.
Amó la fotografía hasta el último segundo de su vida cuando se olvidó que no todo tiene que ser congelado, cuando se olvidó que hay cosas que las fotos no pueden guardar.
Era una mañana de domingo. El sol y la brisa jugaban simétricamente una mancha con aquellos que salían a la calle. Era una mañana de domingo tan perfecta que cualquiera hubiera apostado que los de arriba habían ganado.
Salió con su cámara y caminó contemplando la rareza del día. Parando por momentos para congelar lo que sus ojos veían.
Dos sujetos terminaron con su calma. Caminaban perseguidos hacia la calle de adoquines. La cámara los siguió. El viento sopló más fuerte y por un segundo, por ese último segundo ya no sintió el sol.

cenicienta nacional.-

Cuando se hicieron las doce comió un sabroso pure de calabaza que había preparado la chica que limpiaba la casa. Cuando salió ya no estaba su auto.

y colorado colorín.-

Había una vez una mujer que nació para ser la verdadera amiga de muchos hombres.
Había otra vez un hombre que nació para ser el verdadero amigo de muchas mujeres.
Dicen que era una hermosa pareja.
Hombre y mujer jamás se conocieron.

[b&c]

Una cosa estaba clara: ellas sabían lo que querían.
No fue hace mucho aunque ya hubo discusiones acerca de cuando pasó realmente.
Un entrañable profesor empezaba a comprender la enfermedad de dos de sus súbditas por hacer lo que les gustaba. Fiel, más a si mismo que a ellas, les pasó el contacto de un chico para que viera su carpeta.
Mail va, mail viene concuerdan un día para el encuentro. No era la primera vez que salían con sus hijos como escudo sabiendo que podrían volver con la mitad, o por qué no con ninguno de ellos, sano y salvo para la próxima batalla. Pero después de casi tres años en la Escuelita ya estaban en la guerra y había que pelear.
El objetivo: entrar, crecer y apostarle la vida a este mundillo del que, estaban seguras, querían ser parte.
Ya era tarde y faltaba anillar. Bajaron por las escaleras del que llamaban su box en el barrio de Palermo y se tomaron un taxi hasta una agencia no muy lejos de ahí.
Entraron y el señor de seguridad les prestó una tijera para terminar su carpeta.
Después de la “entrevista” todo estaba casi igual que antes.
Y no pasemos de largo el “casi”. Salieron, caminaron algunas cuadras y a pesar de que el visto había sido muy positivo tenían la necesidad de hacer, en realidad, sintieron más fuerte que lo normal la necesidad de hacer.
Unos días después recibieron un mail del chico al que habían conocido con la propuesta de ir a tomar algo. Se miraron y supieron que este era su camino a explorar.
Así nació “Si no nos podes dar laburo, podemos tomar una birra”. En honor a todas esas personas que con demasiada onda las recibieron, les dieron su opinión y las invitaron a tomar algo pero no estaban en condiciones de darles trabajo.
Lo primero que apareció fue un grupo en Facebook http://www.facebook.com/group.php?gid=106633922701278
Necesitaban gente que se uniera a su causa: amigos, familiares obligados, compañeros fueron siendo parte de esto.
Y surgió el dilema de cómo explicar el nuevo plan para conquistar a algún DGC.
Decidieron “escrachar” a todos aquellos que por mas encantados que estaban con ellas, con sus laburos, con sus ganas y sus formas no les habían dado la oportunidad de laburar.
Generaron su logo y lo que antes era su box se convirtió en fábrica para dar origen a la cerveza B&C ORIGINAL .
Y salieron a la calle con su nuevo portfolio y pusieron en práctica la “visita sorpresa” (sino los creativos siempre están en una reunión).
Estuvieron con varios creativos, se sacaron fotos, filmaron videos pero la movida parecía estancarse ahí a pesar de las ganas que había detrás de cada botellita de B&C.
Una noche mientras contabilizaban sus seguidores hubo un avatar que les llamó la atención, una linda ilustración, nada por que alarmarse.
A los pocos días llega una solicitud de amistad de un desconocido y el mouse estuvo a punto del ignorar cuando una voz interior reconoció la ilustración del avatar como miembro del grupo.
No sabían quién era pero el medio es apto para averiguar ciertas cosas: información de perfil, amigos, pero nada ayudaba a entender quien era este sujeto. Así que empezaron a mirar las fotos, como quien se resigna a intentar entender una pequeña parte de un todo.
Quizá las señales de la vida hicieron que “ella” tuviera fotos de un colegio en Adrogue o lo que es la vida misma que fuera el mismo colegio al que fue una ellas durante el jardín de infantes.
Lo que seguía claro era que nadie entendía nada. Muchos amigos dieron sus opiniones del caso pero nada, nada cerraba, faltaba darle una vuelta (si nos metemos en ámbito).
Así que no quedaba otra que preguntar para enterarse y un mensaje privado de Facebook fue el medio:
El mensaje explicaba que no sabían quién era pero que una de ellas también había ido a ese colegio de Adrogue.
La respuesta fue:
“En serio fuiste al ALFA?! No lo puedo creer

No me ofende que no sepas quién soy ;) perfil bajo me dicen...
Soy Digital Director en DDB y estoy buscando una dupla 360 para el área.
Si querés mandame material y nos juntamos al menos por la cerveza...
Después los mensajes que siguieron fueron descontracturantes con la opción de conocerse aunque sólo fuera por las birras.
Todo, como muchas otras veces, parecía volver a quedar en palabras pero siguiendo otra conocida frase decidieron no dejar de romper hasta que las atienda.
Nuevamente y como cada vez las cartas estaban jugadas pero las cosas se habían dado de una forma un tanto más extraña y es el día de hoy que las preguntas de qué hubiera pasado si apretaba ignorar o qué hubiera pasado si no existían esas fotos que llevaron a escribirle, siguen dándoles vueltas en la cabeza.
Así que el día que llegó el día cargaron las cervezas y nuevamente al campo de batalla.
Se encontraron con un jopo amigable que intentaba describirse como lo contrario y que explicaba que le había llamado la atención el grupo, se había sumado y ofrecía que trabajaran con ella.
Una cosa estaba clara: ellas sabían lo que querían.
A modo de PD, salieron de esa reunión y se metieron en un bar, una coca y un café (recuerdos como si fuera la primera cita con alguien que habían deseado hace mucho tiempo) el mozo cargándolas pidió una suma impagable y la respuesta fue: cuando consigamos laburo. A los dos días recibieron un mensaje de texto preguntando si podían pasar por la agencia para conocer a los demás y empezar el lunes.
Hoy dos B&C reposan en el escritorio de al lado y la del jopo amenaza con abrirlas si B&C no se portan bien.
B&C

[bondiola V]

Desfilaban como si un reconocido jurado los estuviera observando para dar la puntuación final.
Sólo habíamos llegado a la terminal.

[bondiola IV]

Fue hoy en una templada mañana en una de las nuevas unidades del 146 que descubrí por qué la mayoría de las personas no piden disculpas y sucede que se encuentran agotadas ya que algunos sujetos piden “mil disculpas”.

[whatapiti III]

"En voz alta para adentro"

[bondiola III ~ “triple x”, parte II]

Es paradójico pero solemos aceptar esas películas aunque nos las imponga el camino mismo, dijo mi mente en voz alta para adentro, mientras la otra parte de mi asimilaba que el bondidebate iba a ser imposible: a la gente le da vergüenza hasta saludar al colectivero, jamás darían su opinión y menos de una porno en vivo aunque por otro lado cuando hablan por teléfono se olvidan que están compartiendo su conversación con todos los que andamos con ellos.
Volví a mirar. Ninguno lo entendería.
Me incorporé y desaparecí.

[bondiola II ~ “triple x”]

“Y por $1,25 te llevas una porno”, faltaba que me dijera el boletero cuando se acercaba a la fila mientras la noche nos abrazaba a todos por igual.
Ubicación de privilegio, como ayer: primera fila, asiento unitario como para sentir un poco más la suave brisa de la soledad y que empiece el show.
Admito que lo de hoy fue más un musical que una porno propiamente dicha, quizá sea hora de mezclar un poco más ambos géneros. Giré un poco la cabeza para ver en qué andaban los demás. Por supuesto si uno paga la entrada en este país la aprovecha y ya que la escena era atrapadora volví a mirar hacia delante y seguí con el resto.
Un semáforo, una típica frenada y un beso de despedida armaban un estupendo final condecorado con las gotas bañando poco a poco los vidrios empañados de la unidad de la línea 146.
Recordé una frase que decía muy seguido mi abuelo: “cuando un amigo se va queda un espacio vacío”, era raro pero me estaba pasando lo mismo con el actor.
Quedaba demasiado viaje.
¿Y si hacíamos un bondidebate?

el bunquer.-

Había trabajado como casa, seudohotel, oficina, box, taller, casa de edición, restaurante, restobar, lugar de encuentro, pensadero, generador, campo de batalla, templo, confesionario, carrusel y escenario. Y un día fue fábrica.

[bondiola I]

El indio, un viejo cacique exportado a la ciudad duerme en el último asiento con la melodía de la voz de la futura modelo frustrada que acaricia su pelo como si tuviera un perro al cual mimar sobre la cabeza. Al lado la engañadora.
Afuera todo parece estar bien pero una luz empieza a relampaguear. El cacique despierta sobresaltado: algo amenaza a la tribu 146. Observa la lámpara y mirando el cielo sin entender se pregunta para sus adentros si su lucha, si sus años en el asfalto, servirán de algo.
Su cabeza vuelve a colgar con la charla de esas chicas que desayunan yogurt con jugo de naranja y el té de los días de lluvia lo acompañan con dos o tres masas finas.
Un O.C.N.I. (Objeto Contundente No Identificado) aparece en escena por uno de los vidrios. De fondo un círculo perforado y miles de partículas que brillan con las luces de la ciudad.
El cacique entiende que la llegada de los europeos está más cerca que antes. Cierra sus ojos y se despide con la noche, esa de clima ideal.

creer o reventar.-

Dicen que no era un mago pero yo vi el brillo en los ojos de grandes y chicos contemplándolo. Algunos hablan de un polvo de hadas, otros siguen creyendo que esas cosas no existen pero a veces basta con cerrar los ojos y ver, aunque las reglas digan que en la oscuridad no se ve.
Lo que paso aquel día es difícil borrarlo de la mente. La cola era larga, como siempre, pero en la plaza del pueblo había lugar para todos. El otoño estaba llegando y el sol anaranjado se colaba entre las ramas de los árboles. El pasto estaba más verde que los demás días y la alegría de la feria se veía reflejada en la sonrisa de cada niño.
Yo estaba apurado, quería encontrarlo. Así que cuando divise la enorme cola empecé a caminar sin perderme en cualquier otro detalle. Tal era mi prisa que sin quererlo choque con dos pequeñas que me miraron, sonrieron y siguieron su camino para el lado contrario al que seguía yo y el resto de los chicos.
Hice unos pasos más y me detuve. La duda de por qué ellas no caminaban en la dirección correcta inundó mi cabeza. Corrí hacia ellas y pidiéndoles disculpas les pregunte por qué no iban a ver el show como todos los demás.
Es mentira. Respondieron al unísono. Tras un silencio incomodo repleto de miradas la de cabello claro explicó: hace un tiempo conocimos a ese hombre y le pedimos que haga un truco con nosotras. Queríamos dejar de ser oso y delfín (dijo señalándose y señalando a su amiga) pero sólo se quedó mirándonos y dijo que no entendía, que se sentía raro.
Sentirse raro es no creer, dijo secamente la de cabellos oscuros y ondulados.
¿Y que querían ser? La pregunta broto de mi boca sin que tuviera tiempo de pensar si realmente quería formularla.
Hormiga. O abeja. Dijo una y después la otra.
Las mire a los ojos sin entender demasiado lo que pasaba. ¿Por qué pasar de ser hermosos animales a pequeños insectos? Pero con su mirada lograban contestar cada pregunta con seguridad. Me parecía injusto. Sentí que debían ser las primeras de la fila. Eran tan chiquitas y no pedían globos de formas o colores chillones. Tampoco pedían pochochos o algodón de azúcar. Sólo querían ser abeja u hormigas.
Me puse entre ellas y las tome de la mano. Seguimos caminando en la dirección opuesta o en la dirección correcta y cuando los ruidos de la feria quedaron atrás mis manos ya no llevaban nada. Esa tarde, una abeja y una hormiga, me acompañaron hasta mi casa.

amor a primera sonrisa.-

Estaba cerca de los nueve meses cuando me enamoré por primera vez. Recuerdo ir en mi coche por la calle principal del barrio. Conducía mi mamá y estábamos detenidos una esquina cuando la vi.

Ella me miró y sonrió tiernamente. Sentí que me sonrojé y como todo caballero devolví el gesto con una mirada de aceptación y una sonrisa que me duró dos cuadras porque mamá arrancó y aunque intenté darme vuelta para mirarla un rato más el coche tomó velocidad y rápidamente la perdí de vista. La lleve en mi mente esas dos cuadras y cuando me di cuenta que era probable haberla perdido para siempre entré en llanto. Mamá intentaba callarme pero fue inútil. Me ofreció de las mejores golosinas que un niño puede elegir en el kiosco, pero no entendía. Lloré día y noche durante treinta días. Me llevaron a médicos que sólo diagnosticaban mi excelente estado de salud. Creo que les faltó llevarme al cardiólogo porque lo que tenía roto era el corazón.

Pasaron los días y fui calmando mi llanto aunque no mi pena. Muchas otras mujeres me sonreían cuando iba en mi coche pero ninguna se comparaba con aquella que se había ganado mis lágrimas.

Así siguió mi vida, haciendo algún berrinche cada vez que pasaba por esa esquina y eran dos los motivos: por un lado quería llamar la atención y por el otro pasar el mayor tiempo posible por si ella volvía a aparecer.

Con los años entendí que tenía que continuar sin ella. Tuve un amorío con una pequeña de delantal cuadrille celeste cuando yo ya llevaba el rojo; fue lindo pero aniñado.

Yo no creo en esos amores de aquellos que se llevan muchos años. Creo que esos jóvenes son unos vagos, busca vidas. Creo que no entienden lo que puede lograr una mirada y estoy seguro de que nunca les sonrieron cuando iban en coche. Pero yo no voy a ser de esos. Voy a hacer amor de los años.

La voy a encontrar.

gemela.-


-ilustración vectorial-
[autorretrato]