Javier y el cuco

"La gente le tiene miedo a lo que no entiende", como Javier. 

(Por culpa de Javier)

Los ojos nunca pierden la memoria.
Y el corazón a veces la quiere perder. 

Javier XXXIX

Una tarde del verano de 2064 se encontraron en la vieja plaza del barrio.
Ella perseguía a su nieto que hacía girar las ruedas de un triciclo antiguo a toda velocidad. Él observaba con atención como los pelos de su nieta volaban al caer por el tobogán más alto.
Sus miradas se reconocieron en el microsegundo que se cruzaron, como si hubieran sido grandes amigos de la infancia, como si se hubieran mirado intensamente durante años, como si los kilómetros compartidos nunca hubiesen permitido que se distancie el corazón. 
Con sus nietos mirándose desde atrás de sus piernas, confesó estar arrepentido por no haberlo hecho décadas atrás. Ella lo miró en silencio; hubiera preferido arrepentirse hacía 48 años.

Javier XXXVIII

Le faltó Pepsi, pensó. 
Abrazó su almohada y se durmió.