Javier XVI

Esa noche entendimos que todas nuestras historias salvajes guardarían silencio hasta recobrar vida en forma de carcajada, dentro de muchos años, mateando con viejos amigos entre las sierras que acompañan al río.

Esa mañana supimos que las montañas callarían para siempre el secreto de nuestros besos entre la yerba que gastamos con cada cebada aquel verano en el que aprendimos a decirnos todo sin pronunciar palabra.