dos y dos son cuatro (y ocho, dieciséis)

Ella. Él. Él. Ella. Ella. Ella. Él. Ella. Ella. Él. Él. Él. Ella. Ella. Él. Ella.
(y así)

extemporáneo

"Sos demasiado joven" le dijo.
Y ella comprendió que volvía a vivir a destiempo.

chau


Hay días en los que no sólo termina el día.
Ese fue uno de esos días.

La ciudad se sumergía poco a poco en una profunda oscuridad mientras los últimos hombres de traje desaparecían tan fugazmente como cuando la lluvia decide mojar.

Esa noche dos mil ochocientos kilómetros los separarían.
Y después de unos días, todo se reduciría a veinte minutos en el 39.

Ya no serían un mate, una canción y un hasta mañana.
Ya no serían un hola, una charla y un beso.
Ya no serían rutina.

En sus ojos brillaba una fina capa transparente.
Tan pura y tan frágil como el cristal.
Como un cristal a punto de romperse.
Ella no recordaba haber visto esos ojos bañados con el rocío típico de una mañana de invierno.
Él no insistió demasiado con no romper el cristal y en un abrir y cerrar de ojos se hizo añicos.

Bajaron veinte escalones al ritmo del que añora lo que deja atrás.
Sus palmas se fundieron sin querer, como si no quedara nadie alrededor.
Él le robó un beso que el mundo nunca vio.
Ella sabía qué hacer con los ladrones.

Uno por la diagonal, el otro por la calle del gran café.

La brisa los separó.

Se pidieron el uno al otro en la distancia.
Se sintieron.
Se extrañaron.

Desde esa noche se persiguen en los sueños.
Se aman en el mundo del no sé,
Y ella guarda los besos que nadie le robó.


PIEDRA

Cada tanto te veo y un octavo de mi entristece al percibir que ya no sos el que eras antes de aquella luna.
Al ver que tus facciones ya no tienen ilusión
y sentir que tu sonrisa intenta pero no le sale.
Al sospechar que tus ojos quieren engañarnos,
pero tu mirada pide a gritos lo contrario.

Cada tanto te veo y otro octavo de mi me pide en secreto que te ayude a encontrar lo que perdiste.
Que intente que una charla,
Que un abrazo,
Una mirada.

Y aunque a este corazón ya no le quedan octavos para vos,
le gustaría verte feliz.

futuro

Él y ella piensan eso.
Yo no sé qué pensar.
Él lo sabe.

Quizás. Quizás. Quizás. (capítulo 3)

Cada tanto te imagino.

Me imagino.

Nos imagino.


Creo en esas historias.

Historias tan irrealmente reales.

Historias en las que te daba miedo que me gustara viajar,

y nunca entendiste que podíamos hacerlo juntos.

Historias en las que no entendías como tu sonrisa era de los dos,

pero podíamos dormir a carcajadas.

Historias que duraban una noche,

y nos desvelaban semanas.


Cada tanto te recuerdo.

Las recuerdo.

Nos recuerdo.


Cada tanto te extraño,

y me resulta extraño,

que después de tantas historias

seas para mi un extraño.