Argentina querida.-

La señora sostiene un periódico que anuncia “La casa está en orden, felices fiestas”.
Mientras una joven arriba de un camión que corta la calle Corrientes termina su discurso de protesta y comienza a cantar por el alta voz el himno al Gral. Perón acompañada por una multitud que la sigue al compas de los bombos y el vaivén de las pancartas.
El mozo de un bar aledaño, termina de limpiar una de las mesas de la vereda, observa y aspira una línea.
Unos metros más adelante, al costado del kiosco de diarios una pareja se besa ajenos a todo lo que los rodea, incluso el calor.

Huele a soledad.-

Solía darse un baño por la noche y antes de llegar al cuarto pasaba por el vestidor donde humectaba su piel y elegía el camisón con el que compartiría sus sueños.
Casi llegando a la cama se perfumaba con alguna de esas fragancias que parecían de colección y finalmente se acostaba del lado derecho de ese lecho de dos plazas, esperando que alguna noche el izquierdo deje de ocuparlo su soledad.

Apuestas.-

Era un tipo elegante, uno de esos que hacen todo igual que el resto de los mortales pero jamás vas a encontrarles una arruga en la camisa o una marca en ese par de mocasines que todavía conservan ese brillo de vidriera.

Fue una noche que el juego de las nubes y la luna marcaban el paso del tiempo cuando lo vi pasar por última vez con su piloto gris y su sombrero del lazo negro.

Hoy después de 25 años, cuentan que, una noche de luna llena, apostó su bigote y perdió.

(lo decía su collar)

El y ella nunca estuvieron juntos (pero ella le sigue siendo fiel).

Un señor mayor.-

No importa a la hora que se acueste el siempre se despierta a la misma hora y ve nacer el sol mientras perfuma la cocina con sabor a tostadas doradas.