Así voy a vivir.

Un día alguien me dijo que si quería escribir solo tenía que dejar que a mi mano la guiara el corazón y todo eso que siento, básica y racionalmente, porque si yo no lo siento no voy a provocar nada en esos que me lean.

Hoy me pasó una de esas historias que aparecen en http://disuelveyconcentra.wordpress.com/, el blog de ella (una persona que de una forma u otra, me provoca).

Todo empezó por respetar esa letra de Xuxa que dice que “los amigos de mis amigas son mis amigos”.
Entonces, más menos, barajando el significado de la palabra “amistad” como yo lo entiendo y como Facebook lo entiende me encontré contándole a un desconocido o a un amigo (según Facebook) por qué había hecho ciertas cosas en mi vida, si en realidad (según él, la sociedad y su postura) no condice con lo que pienso o debería pensar, y por ende con como actúo o debería actuar.

No se me ocurrieron excusas para derribar su teoría. Racionalmente perdía la batalla en menos de una oración. Y es que en realidad no llegué ni a razonar todo esto y me encontré desnuda frente a un desconocido (o frente a un amigo).
La respuesta la escribieron mis manos, pero la guió mi corazón: “y cuando lo hice sentí que lo tenía que hacer (…) La vida dirá (supongo) por qué, o quizá no… Tal vez fue mi primer paso de vivir por lo que siento (…)” Y le aclaré que de todas formas entendía su postura. Ahora entiendo que entendía su lado racional. Su decisión de vivir por lo que piensa y no por lo que siente.

11:00 (en teoría), hora y media o dos después, reunión laboral en la que se habló de mucho, se discutió en defensa de las posturas propias o del de al lado pero lo único que quedó resonando en mi cabeza fue una frase tirada al azar que hablaba de que tal vez, quizá, podría entrar como opción, que lo que deberíamos hacer es empezar a vivir siguiendo y respondiendo a lo que sentimos y no a lo que pensamos.
Inmediatamente mi yo racional dijo “el mundo podría irse a la mierda”. Supongo que sintió miedo. El miedo que no sintió horas antes cuando le contaba a un desconocido las consecuencias de lo que sintió una vez.

Y cuando el mismo que un día me dijo que sea mi corazón el que guie mi mano a la hora de escribir amagó con responderme, me di cuenta que desde hacía varias horas ya había decidido vivir de otra forma. Y si el mundo (o mi mundo) se tiene que ir a la mierda… que se vaya.

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