[bondiola I]

El indio, un viejo cacique exportado a la ciudad duerme en el último asiento con la melodía de la voz de la futura modelo frustrada que acaricia su pelo como si tuviera un perro al cual mimar sobre la cabeza. Al lado la engañadora.
Afuera todo parece estar bien pero una luz empieza a relampaguear. El cacique despierta sobresaltado: algo amenaza a la tribu 146. Observa la lámpara y mirando el cielo sin entender se pregunta para sus adentros si su lucha, si sus años en el asfalto, servirán de algo.
Su cabeza vuelve a colgar con la charla de esas chicas que desayunan yogurt con jugo de naranja y el té de los días de lluvia lo acompañan con dos o tres masas finas.
Un O.C.N.I. (Objeto Contundente No Identificado) aparece en escena por uno de los vidrios. De fondo un círculo perforado y miles de partículas que brillan con las luces de la ciudad.
El cacique entiende que la llegada de los europeos está más cerca que antes. Cierra sus ojos y se despide con la noche, esa de clima ideal.

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