Me gusta sentir.

Una de las cosas más difíciles que encuentro al escribir es describir una sensación que es una mezcla de sensaciones y que no fue definida por nadie en ningún lugar. Pero existe porque yo la siento: a veces con un poco más de esto y aquello, y otras con más aquello que esto, pero circula por este cuerpo. Existe. Y se dispersa en la piel, la cabeza y el pecho. (si, también suele llegar a la panza; a esa parte de la panza que a veces siente más que el propio corazón y es más certera que la propia cabeza). Y existe porque yo la siento. Y estoy segura de que si pudiera describirla, más de uno bajaría su mentón al mismo tiempo que en un segundo lento sus parpados cubrirían las cuerdas vocales del corazón.

Me gusta sentirla. Y por haberle prestado un poco de atención hoy puedo provocarla. Entonces vuelve a existir y vuelvo a sentirla y vuelve a recorrer mi cuerpo.

Y acá si puede que no haya mentones “ratificadores” pero observar el mar sintiendo la arena o recorrer la ruta bajo la oscuridad del cielo que ya se despidió del sol o escuchar el roce de tus dedos en las cuerdas de la criolla a mi (A MI) me hacen sentirla. Entonces existe. Y como existe provoca y a esa si la definieron, le suelen decir placer.

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