Una invasión de luces rojas aparecen delante de mi. Algunas parpadean a medida que las observo. Están demasiado cerca unas de otras, lo que determina que aún falta mucho para llegar a casa.
Si tengo que elegir me quedo con la ruta o el adoquín. Y si puedo elegir mas, de noche y con esa lluvia que no le da tiempo ni al limpia parabrisas.
Si alguna vez el día se convierte en noche eterna quisiera que me encuentre ahí: sentada en el asiento del acompañante de ese auto que recorre alguno de esos caminos infinitos en los que podría perderme sin miedo y por gusto como me pierdo en esa mirada que escapa de la escala cromática.
Un termo, una canción y unos palitos de queso.
Yo? En short y uno de esos buzos a los que logre que las mangas les lleguen mucho mas allá de lo que planearon sus fabricantes.
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