[bondiola VI]

Caminaba por la plaza como todos los días para llegar al mismo lugar de siempre.
Levanté mi brazo y una oleada de aire caliente me hizo sentir que el invierno se aproximaba. Me sumergí en la ola recordando el placer de hacerlo en otro lugar y en otra época del año y ahí sucedió. No era la primera vez que pasaba y espero tampoco la última. El viaje fue como esos segundos previos al desmayo: sabes que algo va a pasar pero no podes hacer nada para impedirlo; igual la mayoría de las veces no me gusta impedirlo.
Estaba y no estaba en el lugar. Creo que la gente me veía, de hecho, le cedí el asiento a un hombrecito que cargaba a otro aún más pequeño que él. Después de un rato me lo devolvió y mis ojos se clavaron en la ventana. Estábamos quietos pero nos movíamos. Creo que yo sola me di cuenta.
Después de un rato algo decidió que tenía que abandonar el lugar y cuando me despedía de la ola ella se iba y yo me fui.

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