Apuestas.-

Era un tipo elegante, uno de esos que hacen todo igual que el resto de los mortales pero jamás vas a encontrarles una arruga en la camisa o una marca en ese par de mocasines que todavía conservan ese brillo de vidriera.

Fue una noche que el juego de las nubes y la luna marcaban el paso del tiempo cuando lo vi pasar por última vez con su piloto gris y su sombrero del lazo negro.

Hoy después de 25 años, cuentan que, una noche de luna llena, apostó su bigote y perdió.

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