Javier XXXIII

Se despertó esa mañana de invierno en la que el chiflete del aire frío y denso de un amanecer todavía sin sol se colaba por algún hueco imperceptible de la ventana.
Las plantas que colgaban del alero hacían las veces de cortina del cielo aún oscuro.
Se detuvo, sin darse cuenta, en medio de la rutina del té y las tostadas. No sabía si iba a batir un café o a calentar la pava para tomar unos mates.

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