Su sonrisa aparecía y desaparecía de mi oscuridad como el gato de Alicia en el país de las maravillas.
Y si, tenía un poco de te miro y otro tanto de querer escaparse.
Pero yo nunca olvidaría a ese que me hizo sentir lo que a esa nena que perseguía conejos el sombrerero loco.
(Antes de irme a soñar, a los que saben brindar cuando las ocasiones no son las socialmente convencionales: ¡Feliz no cumpleaños!)
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